Plantas autóctonas y alóctonas: vistiendo al nacionalismo con los ropajes de la ciencia
Pablo Demaio
Palabras clave:
PLANTAS AUTOCTONAS, ALOCTONAS, NACIONALISMO, CIENCIAResumen
Durante los últimos 30 años he dedicado mi trabajo profesional como botánico y divulgador a las plantas nativas. La flora nativa de Argentina cuenta con casi 10.000 especies; se trata de una vegetación extraordinaria -en su mayor parte poco conocida- tanto por su diversidad como por el número de endemismos. Buena parte de mi esfuerzo ha consistido en divulgar su existencia, hacerla visible y reconocible por el público no experto, ya que durante mucho tiempo la información disponible al respecto fue escasa y a menudo deficiente. Pero en los últimos años me ha sorprendido que, en simultáneo con la progresiva valoración de esas especies antes desconocidas, fue creciendo entre el público más informado cierta desconfianza, cuando no aversión, hacia las especies alóctonas o introducidas, que hasta entonces gozaban de la aceptación generalizada o, en el
peor de los casos, de la indiferencia. Es cierto que la reciente invasión de algunos ambientes locales con especies como el siempreverde (Ligustrum lucidum) y la acacia negra (Gleditsia triacanthos) en Córdoba, Buenos Aires, Tucumán y Entre Ríos, o la retama (Spartium junceum), la rosa mosqueta (Rosa eglanteria) y la zarzamora (Rubus ulmifolius) en la Patagonia han generado genuina preocupación por los posibles efectos a largo plazo de su
expansión en los ecosistemas. Sin embargo, hay cierto tinte emocional en esta de clarada “guerra contra las exóticas” que no parece estar calibrado con la ciencia ecológica. ¿Qué nos dice la biología sobre las especies alóctonas? ¿Qué aspectos de esa “xenofobia vegetal” que advertimos en algunos foros se sostiene en fundamentos científicos? ¿Cuáles son las evidencias disponibles para sostener que las especies alóctonas, por el solo hecho de serlas, son un problema o, peor aún, una amenaza para las especies y los ecosistemas locales? Durante los últimos años, las especies alóctonas han sido acusadas de “contaminar” los ambientes “naturales”, e incluso de llevar a las especies autóctonas a la extinción. Esta caracterización ha contribuido a crear un sesgo generalizado contra las especies exóticas que se ha ido incorporando en el público, especialmente en los
conservacionistas, los organismos de gestión, los políticos y muchos científicos de todo el mundo.